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¿Qué es el nivel de activación? ¿Y por qué es tan importante?

Actualizado: 6 oct 2023

A lo largo de mis últimas publicaciones en Instagram o en este blog hemos ido hablando de la motivación y del nivel de activación. El primer concepto parece que la mayoría lo tenemos claro, pero con el segundo a menudo nos encontramos con confusiones. En muchas ocasiones, se piensa que el nivel de activación tiene que ver con el calentamiento físico previo a las competiciones, pero esto va mucho más allá.


La activación general del organismo es una respuesta fisiológica y/o cognitiva en la que intervienen el sistema nervioso central y el sistema neurovegetativo. Esta activación va desde el sueño más profundo hasta un estado de máxima alerta, tensión y excitación. Si nos referimos a situaciones de competición y dentro de un contexto deportivo, hablamos siempre desde un estado de vigilia, con lo cual el límite inferior del nivel de activación no es el sueño más profundo sino un estado de máxima calma y relajación.


No hay un nivel óptimo de activación universal o estándar. El nivel de activación óptimo depende de cada persona y situación. Si queremos rendir máximamente, cada uno tiene que encontrar su nivel óptimo de activación. Si lo sobrepasamos (más activación) o nos quedamos por debajo (menos activación), el rendimiento bajará.


En la siguiente imagen podemos ver lo que acabo de explicar:

Teoría de la U invertida de Yerkes y Dodson


La zona óptima (donde nuestro rendimiento se ve beneficiado), la hipoactivación (baja activación) y la hiperactivación (exceso de activación), estas dos últimas afectando de forma negativa al rendimiento.


El déficit de activación puede producir que el o la deportista no movilice la energía necesaria.

El déficit de activación puede producir que el o la deportista no movilice la energía necesaria, no coordine sus movimientos o tenga una tensión muscular diferente a la que pide la situación.


Por lo que a la parte cognitiva se refiere, el o la deportista verá afectada, entre otras habilidades, su capacidad de atención/concentración. Al estar menos activado o activada la tendencia será dar espacio a estímulos no importantes para nuestro rendimiento, haciendo que el o la deportista esté más disperso o dispersa.


En el extremo contrario, el exceso de activación provoca que el o la deportista movilice más energía de la necesaria, o, por el contrario, que se produzca un agarrotamiento que paralice esta movilización. Además, se puede producir un exceso de tensión muscular y una modificación a la atención/concentración.



La sobreactivación puede afectar a los dos extremos, bien provocando una inhibición o bien generando más impulsividad. El estado de inhibición produce que no se tomen decisiones cuando es necesario actuar, que se tomen tarde o que, aun tomándolas, no se movilicen todos los recursos necesarios para que tengan éxito.


En el caso de la impulsividad, las consecuencias son la toma de decisiones erróneas por un exceso de precipitación, agresividad y descontrol y una movilización de energía innecesaria y perjudicial.


Para poder encontrar nuestra zona óptima de activación necesitamos conocer y prestar atención a nuestro cuerpo. Es este el que nos indicará cuando estamos en una zona u otra. Por otra parte, la activación cognitiva se puede observar mediante los pensamientos, autodiálogos o imágenes.


La motivación es la energía que nos genera impulso y esta definición es lo que comúnmente genera confusión respecto al nivel de activación, ya que con este también se moviliza energía. La diferencia es que el exceso o déficit de activación puede resultar contraproducente. No es correcto valorar si una persona está motivada sólo por la energía que movilice.


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